En mayo de 1789 el rey Luis XVI de Francia convocó los Estados Generales (que era la asamblea representativa francesa en el Antiguo Régimen) intentando una reforma fiscal que aliviara el déficit que sufría el Estado. Recordemos que era una sociedad estamental formada por: nobleza, clero y estado llano, denominado tercer estado en Francia. El enfrentamiento comenzó por la cuestión del voto ya que el rey era partidario del voto por estamentos y el Tercer Estado, considerablemente superior en número a los otros dos estamentos, prefería el voto individual.
Al no lograr que el rey aceptase sus peticiones decidió separarse de los otros dos estamentos y constituirse en Asamblea Nacional. El pueblo de París asaltó la antigua fortaleza de la Bastilla, hubo revueltas en las ciudades y este clima revolucionario llegó también al medio rural donde los campesinos se rebelaron contra el régimen señorial y las viejas cargas feudales. Todo ello obligó al Rey Luis XVI a aceptar a los representantes del pueblo reunidos en la Asamblea Nacional que suprimió el régimen señorial.
Fase Moderada: La Constitución de 1791
La Asamblea convertida en Asamblea Constituyente elabora la Constitución de 1791, que establecía la división de poderes: monarquía constitucional, una Asamblea elegida por sufragio censitario (es decir sólo podían votar los que poseían un mínimo de fortuna y sólo podían ser elegidos los más ricos) y el poder judicial era independiente. La igualdad de todos ante la ley suprimió los privilegios, incluido el fiscal, y se expropiaron los bienes de la Iglesia que pasó a depender del Estado.
Las masas populares de París (llamados los sans-culottes por su forma de vestir) asaltaron el palacio real de las Tullerías para tomar como prisionero al monarca y destituirlo porque le consideraban responsable de maniobras en contra de la revolución.
Convención y República
Una vez destituido el rey Luis XVI se formó una nueva asamblea denominada Convención, que proclamó la República y votó a favor de que fueran ejecutados los contrarrevolucionarios, entre ellos el rey Luis XVI y su esposa la reina María Antonieta.
Se sucedieron gobiernos formados por girondinos (republicanos moderados) y por jacobinos (republicanos radicales) que intentaban salvar la revolución de sus enemigos. Finalmente una dictadura del Terror logró dominar el movimiento contrarrevolucionario. Pero tanto rigor y persecución política generalizada se ganó tal número de enemigos que provocó una reacción y un golpe de Estado.
El nuevo Gobierno moderado resultó muy débil porque estaba amenazado continuamente no sólo por conspiradores monárquicos de derecha sino también por radicales de la izquierda (jacobinos). Para intentar salvar la república se redacta una nueva Constitución que organizaba la separación de poderes y otorgaba el poder ejecutivo a un Consejo formado por cinco personas (Directorio) que logró mantener una cierta estabilidad gracias al apoyo del Ejército y reunió en torno suyo a un grupo de personalidades partidarias de llevar a cabo una revisión constitucional dentro del marco de la moderación.
Precisamente sería un general del ejército, Napoleón Bonaparte, quien mediante un golpe de Estado (denominado 18 de Brumario) tomó el poder por las armas y cerró la etapa revolucionaria.